18 mar 2019

Dos corazones un solo Cuerpo


By Hechicero de Dragones
Dos corazones un solo Cuerpo

Cuando la gravedad posiciona a Luna sobre el abdomen de Océano. Su libido despierta, y mezclándose con aquellas juguetonas olas, las transforma en titánicas mareas, arreciando contra todo lo que a su paso interfiera entre él y su brillante damisela; ya que el amor que le profesa es u mayor recompensa.

 

De dichas entregas nacieron marinas estrellas, que junto con sus antiguas hermanas las sirenas, pelean contra la discordia. Ella, silenciosa, se abraza al pecho del amado padre, pretendiendo transformarlo en un oscuro y profundo abismo. Del  cual se corrompa el anhelo de aquellos trágicos amantes.

 

Tras su victoria, las sirenas dejan el pecho de su padre al resguardo de sus hermanas las estrellas, que con su textura y color hacen de ese pecho el más  brillante de los cielos bajos; poniendo en total evidencia, la constante ausencia de su apoteótica compañera.

 

Cuando la Luna surge ya sea por el norte o el sur, frenética reclama lo que por derecho es su herencia; ¡aquel eterno bajo cielo!. Ese que con cariño y esmero transformó de un soberbio dios, en el benévolo protector de su corazón.

 

Ante esa muestra de cariño, incondicional Océano proyecto sobre su espalda ese amor que desde antaño ella le profesa. Y hoy en su ausencia se ha ido añejando trastornando su tristeza. Dicha tristeza se convierte en su fiel amiga ante su eterna espera. Pero al ver que ella no se acerca, que a sus brazos no regresa, triste reniega por dormitar una vez sin su primera y única pareja.

 

Sus hijas, las brujas sirenas la llaman con su mítico canto, con la única intención de llegar hasta ese firmamento, donde retoza su bipolar madre, y así hacerle saber cuánto es lo que sus cuerpos desean el abrazo de sus largos y calidos brazos, mientras las estrellas marinas, prendadas sobre el pecho de su padre, forman la palabra "te necesitamos". Y quizás así, desde aquel cielo alto, su madre la Luna pueda visualizar toda expresión de cariño de aquellos, sus vástagos mortales, que son parte innegable de toda entrega, que en cada una de fases lunares, desnudaron el sentimiento de mutuos titanes.

 

En el bostezar del tiempo, destino confabula para que una vez más se unan, pero ya son tantos los siglos en los que no coinciden, en los que en soledad su amor se encuentra, que ya solo de lejos se observan propiciando con su fuerte deseo, aquella probabilidad de acercamiento en la que la brillosa Luna despierte sobre el excelso pecho de Océano, mientras sus resquebrajados labios lunares son humectados con salados besos de su amado sin llegar a degradarles.

 

Sus miradas entrelazadas, una vez más se dirán hola y quizás hasta la próxima. La bipolar Luna se marchará no sin antes haber departido con todos sus vástagos. Así podrá llevar en sus recuerdos, aquellos seres que mantendrán por los tiempos su brillante linaje. Ella con orgullo compartirá su secreto con sus hermanastros los interestelares. Ya que su descendencia no sólo se encuentra dispersa en aquellas galaxias eternas, sino en aquel bajo cielo, donde el tiempo se detiene mientras agua y piedra se mezclan.

 

Pero la soledad es un cruel verdugo y mientras la rotación de la tierra los acerca o los aleja poniendo en juego cada vez más con su entereza. Océano con su fuerte aliento grita su sentimiento con la intención de que su fresco aliento llegue más allá del firmamento. ¡La espera que con ese acto de amor, la soledad comprenda que su sentimiento integro, le pertenecen a su rocosa estrella!

 

Pese a la fuerza de su voz, su aliento no puede completar su propósito, y suspendido sobre el viento retorna a la tierra en una constante lluvia que junto con estrellas fugaces arrecian en una contundente secuela, no sin antes pintar al cielo con infinidad de brillantes aureolas boreales. ¡Innegable fusión de formas y colores. Fiel acto que representa la profunda entrega de dos mitológicos dioses!

 

Cuando la Luna se encuentra tan cerca de su entrañable Océano, la pasión a ambos les desborda. Océano, lentamente le abriga con cálidas caricias. Y ella, a sus labios endulza con tiernos besos que hacen de aquella esperada unión una subliminal entrega. Entrega que por momentos les augura que quizá algún día, antes de que su final en soledad expire. El destino les unirá en pago por ese amor que ha fomentado la devoción de todos aquellos seres que se encuentran separados por funestas circunstancias. Circunstancias que les han dejado vacíos e incompletos. Seguros de  que su otra mitad a distancia cumplirá con su pronto regreso. Y así  volver a ser lo que siempre debieron, desde el comienzo de los tiempo; ¡dos corazones un solo cuerpo!

©Reservados
“Mi mundo a Colores”

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