¿Quién soy? |
Y
aún sigo sobre este camino tratando de encontrar esa luz cegadora de todo mezquino
sentimiento, y así liberarme de esta oscuridad que pretenciosa eclipsa mi
pensamiento.
¡Pese
a que constantemente anhelo el regreso de mi gracia, mi oscuridad impide el descanso
eterno de mi alma!
De
momentos me percibo de una y mil formas. Dichas formas conflictúan entre mi
razón y mi pensamiento. Ellas tratan de confundirme alejándome cada vez más de la verdad valiéndose
de mi bélico pasado.
Y
pese a que milenios de milenios cubren a mi pensamiento, aún trato de extender
mis alas, pero ellas no responden. Es ahí cuando despierto y compruebo que sigo
siendo tan solo un ángel caído, que encadenado junto a sus mil demonios, intentan
acallar las oraciones que junto con mi amor exilie por un arrebato de orgullo.
Fue
cuando caí, cuando ya las nubes no me acariciaban, cuando la gracia no iluminaba
más a alma; fue cuando las estrellas no brillaban ya dentro de mi mirada; fue cuando
el viento no me susurraba y cuando ya solo el suelo era el único que me idolatraba.
Comprendí, que mis alas no eran ya mías y hoy tan solo me encuentro confundido en
la prisión de la desolación, con este constante cuestionamiento que día tras
noche me flagela evadiendo aquel añejo ideal!... ¿Quién soy?
Y
aún después de tantos siglos comprendo que no caí por el simple error de ya no
ser considerado el lucero del cielo. ¡Caí por haber perdido la fe en mi
creador. Y en castigo a mi rebeldía, esta inmensa desolación se alimenta desde
mis entrañas, no parando hasta encontrar el sabor de mi probable redención.
Y
a la espera de un juicio, no encuentro argumento alguno que justifique él porque
tras el amanecer no puedo volver a brilla.
Es
un momento de lucidez, cuando las voces de los mil demonios se ausentan de mi mente,
anhelo que está no sea más mi realidad. Intento perdonarme, intentó elevarme dejando
detrás lo que ya no se debe de cuestionar, pero aun así, la soberbia me ata
como tal cadena que se alimenta de mi pecado mortal.
A
mi caída, generación tras generación me conocen con el sobrenombre de la sombra
siniestra. Esta, que no ha existido sin saber que es el amar hasta perder la
razón. ¡Es así y así será, según está escrito en el libro de los castigos!
De
momento pienso que esta ya no será más mi realidad e intento elevarme. Intento
alejarme de este vacío que me engulle hasta el hastío, mientras una lucha
interna dentro de mi vació me mantiene en vilo. Por tal motivo aún sigo aquí
ante el espejismo de una vida, de mi propia vida que una y otra vez me ha
negado. No quiero ser un demonio y un ángel ya no puedo ser. Únicamente ansió
la humanidad para poder lograr por este medio el llamado perdón eterno, y tal
vez por siglos aprender a amar, para ya no ser nunca más una sombra sin nombre
tan solo recordada como el ángel caído.
©Reservados
“Del corazón
la Luna”
siii!! porque no puedo volver a brillar será mi soberbia??
ResponderBorrar