18 dic 2017

El Sol y su Luna plateada

El Sol y su Luna plateada
Cada que el Sol despierta, a la Luna sin querer aleja en compañía de una infinita pena. Su mirada relega sin misericordia esa densa oscuridad que pretenciosa huye llevándose consigo a todos los brillantes astros, ¡que antaño fueron adoptados por los astrónomos como sus eternos hijastros!

Ella dormita dentro de los días en compañía de una eterna desesperación. ¡Desesperación que con malévolo placer le carcome los labios desfigurándole cruelmente el lado izquierdo de su sensual sonrisa!

Acongojada ansia noche tras día que las manos del inmenso Sol por fin acaricien su plateado corazón. Corazón que se muestra con infinidad de cicatrices emocionales. Las cuales amenazan con extenderse completamente por todo su ser.

Qué la rescate el Sol de la soledad eterna es lo que ella más desea. Qué la haga suya dentro de un mismo tiempo compartiendo por siempre el mismo cielo, es lo que ella siempre espera.

No existe mañana en que el Sol surja detrás de las nubes disipando el aliento de la madrugada. ¡Aún con su actual velocidad se queda corto ya que no alcanza ni siquiera a saludar a su Luna plateada!

Triste recorre los puntos cardinales del vasto firmamento con la esperanza de no dejar de buscar las coordenadas donde dormita su princesita. El nunca desiste pese a que en su interminable búsqueda descubra restos de cadáveres de galaxias ya extintas.

Inconsolable, la Luna llora sobre el gran desierto de los incomprendidos. Sus plateadas lágrimas, al aparearse con las partículas de polvo cósmico engendran infinidad de fugaces estrellas, qué tímidas despiertan y parpadeando le cuestionan; -¿madre, en donde se encuentra nuestro amado padre?-

Por momentos los meteoritos pretenden consolarla, pero únicamente logran impactar sobre su espalda heredándole infinidad de profundos cráteres.

Las fugaces, al presenciar el eterno sufrimiento de su madre deciden ir en busca de su único amor, dejando completamente desnudo al vasto firmamento, sin astros que en la oscuridad le maquillen esa tristeza con brillos multicolores!

¡Presurosas las nubes acuden en su auxilio, ya que con sus gaseosos cuerpos pretenden cubrir sus extensas formas, mientras su desolador semblante es rechazado por las aguas salobres del inmenso océano.

La Luna, al observar la partida de sus pequeñas estrellas, acongojada derrama fuertes destellos sobre esta tierra. ¡En donde su esclavizado cuerpo órbita desde hace millares de milenios!

By Hechicero de DragonesAnte tantas lágrimas océano desborda mitigando la sed de esta tercera roca. Que antaño fue un infértil desierto y hoy se muestra como un fértil vientre, del cual surgen variedad de semillas. Ellas pacientes esperan ver surgir al príncipe Sol, y que con su agitado aliento les haga germinar hasta florecer, mientras obtiene su lealtad desde aquel pasto verde!

Hermosos girasoles invaden los valles. Escuderos valientes del reino del Sol, los cuales presagian su muerte cada que los pétalos abandonan su largo tallo. Desesperados pretenden que aquel secreto confiado por la princesa plateada sea por fin develado, pero, el príncipe Sol en su obsesiva pretensión de encontrar a su amada les ignora. ¡Esquivo se muestra, mientras perecen en el anonimato de la tarde!

El legado de su ser junto con aquel secreto eterno es resguardado por el húmedo pasto que compadecido les arropa.

El Sol apresurado se esconde evitando que el ocaso nuevamente le devore. En los días de su reinado ilumina con su intensa luz a todos esos universos en los que tiene potestad.

Furioso cuestiona a las nubes, pero antes de que ellas le reprochen la noche le engulle negándole potestad. Depresivo se encierra dentro de su reino al comprobar que su Luna plateada no órbita sobre ningún otro cielo, ni yace dentro de ningún otro mundo desconocido.

El viento deja escapar su respiración despertando a este empedernido tiempo, ¡qué ególatra se niega a detenerse propiciando como antaño aquel encuentro legendario!

El olor a tierra mojada escapa de esta tercera roca. Llega y se esconde dentro del olfato del candente Sol. ¡Respirarlo le hace evocar, desear más y más las formas extrañas de su amorfa princesa!

La madrugada despierta liberando un día más de su milenaria existencia. El ocaso respalda incondicionalmente a la noche ignorando por completo estas tardes, donde por horas el reinado del Sol se nulifica.

El tiempo envejece pero nuevamente rejuvenece. ¡El aun no pretende unir a esos dos errantes corazones!

La Luna surge intempestivamente, confiada proclama que esta vez le ganará al tiempo y así podrá decir;  -hola te extraño, a su caballero de antaño-
  
By Hechicero de DragonesSon tantos los siglos en los que no se ha suscitado ningún eclipse, que el pasado ya divaga, el presente ya se pierde imponiendo a esos dos astros la cruda realidad de un futuro en soledad.

El destino, hermano del tiempo aun juega con ellos. Los sitúa tan lejos y a la vez tan cerca que sus espaldas rozan, ¡pero la luz de sus miradas cruelmente jamás se mezcla!

La tristeza del Sol, es absorbida por los girasoles que nacen, florecen y fieles a él perecen. Al cumplirse el mes de su nacimiento, ellos se marchitan sepultando por siempre el secreto de aquella princesita.

La tristeza de la Luna es capturada por todos aquellos enamorados que lidian con sus estados de ánimo, que en las noches les ilumina y otra tantas apática les olvida. Los demás cuerpos celestes ya la perciben como un ente deprimente que aterroriza a todo mortal que le haga confesiones sentimentales.

Sobre los cielos ella se muestra sangrienta, azulada, oscura; amarillenta o tan solo opaca. De momentos la nostalgia le embarga tiñendo de colores a su espalda, pero ella nunca jamás se arrepiente de amar al cálido Sol.

By Hechicero de Dragones
Retadora se acerca, retadora se aleja de esta tercera roca. En todas sus noches le cuenta su historia a todos aquellos girasoles que la escuchan desvelándose del porqué de la tristeza de su príncipe Sol.

En esta mañana el Sol ya no desespera, feliz sonríe, ya que al acariciar los pétalos de sus escuderos girasoles sabe que al caer la noche tal vez su amada recibirá la anhelada respuesta.

Los girasoles son el medio por el cual ambos confirmarán, que pese a que el norte y el sur, el este y el oeste; la noche y el día, el tiempo y el destino pretenden separarlos. ¡Jamás el candente Sol, dejara de buscar a su Luna plateada!
©Reservados
“Eclipsando a tu sentimiento”

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