Relatos de un Vampiro errante

Relatos de un Vampiro errante

Cada noche,  ya sea cálida o fría el sentimiento que me abraza es más fuerte que tú mismo olvido. La soledad se niega a torturarme debido a que antepongo tu recuerdo a su esbirro efecto.

 

Año tras año mi pensamiento pretende conectar con el tuyo y por ese medio te haga saber la necesidad de tu cuerpo, te haga saber una vez más que mi olfato desfallece en ausencia de tú putrefacto aliento. Y que no es por soledad que mi razón te necesite, si no es tan solo  que al sesgar mi vida  hiciste tuyos mis recuerdos y a la vez hice míos a tus sentimientos, pero en dicho proceso herede las consecuencias de tus actos, que desde aquel momento me arrastraron hacía tu milenaria y sangrienta guerra.

 

Aquel pasado me atormentaba a tal grado de ponerme a divagar si fui creado en un arrebato de tu ego, pero al aceptar mi total orfandad y con la inexperiencia de esta apática inmortalidad, emprendí tu búsqueda para que asumirás por una vez tu responsabilidad.

 

Y si en mi deambular por el mundo sucumbo ante las feroces fauces de los lobos; ¡qué los remordimientos no te hagan partícipe, ya que la elección de buscarte y de confrontarte aun siendo yo un vampiro inexperto fue y es mi decisión!

 

Sobre mi cielo la bipolar luna se torna sangrienta, se muestra enfurecida y durante los días el sol persiste en buscar mi compañía. Celoso pretende incinerarme hasta los huesos y así borrar todo vestigio de aquellos blancos colmillos que tiempo atrás hicieron suyo a mi apiñonado cuello.

 

Dentro de mi actual huida los lobos se encuentran cada vez más cerca. Sus aullidos anuncian la sentencia de dos vidas. La de un errante vampiro y la de su andrógino mentor, que pese a que me brindó la inmortalidad simplemente huyo sin aleccionarme en los menesteres de la inmortalidad. ¡Aun así la precaria conexión mental que nos vincula me  mantiene con vida, guiándome vagamente noche tras día hacia ti, mi incierto destino!

 

Cada noche ya sea cálida o fría pretendo darle alcancé a tu eternidad  y así llegar al inicio de aquel anhelado reencuentro. Ese que no fue acordado bajo un mutuo consentimiento. En el pasado imaginaba tu reacción al estar frente a frente,  pero hoy ya no me interesan las preguntas que pretendía hacerte, ni tampoco imagino tus probables respuestas.  El tiempo ha pasado y mi inexperiencia me ha madurado. Ya como tu pasada creación no te busco para recriminar tu falta de atención, simplemente exijo que me liberes de una vez por todas de tu herencia. Esta que arbitrariamente sin preguntarme me heredaste. Esta que hace dos siglos transformó la tranquilidad de mi pensamiento en una oscura e inmortal obsesión.

 

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“Eclipsando a tu Sentimiento”